Guía Completa sobre Retinopatía Diabética: Síntomas, Tratamiento y Prevención (2024)
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La retinopatía diabética, asociada a la diabetes, desafía la salud visual. Los altos niveles de azúcar dañan los vasos sanguíneos de la retina, pudiendo causar pérdida gradual de visión. En este artículo, exploraremos en detalle esta afección. Revisaremos sus etapas, síntomas, diagnóstico, tratamientos y cómo prevenirla. Además, resaltaremos la relevancia del cuidado ocular en personas con diabetes.
La retinopatía diabética (RD) es una afección ocular que puede afectar a las personas que padecen diabetes.
Desde la perspectiva oftalmológica, la diabetes puede afectar a diversas estructuras oculares. Aunque las cataratas, el glaucoma y las neuropatías ópticas son comunes en esta enfermedad, las complicaciones retinianas, especialmente la retinopatía diabética y el edema macular, son las más preocupantes. Esto es debido a que sin un control adecuado, pueden llevar a la ceguera.
La RD se desarrolla debido a los niveles elevados de azúcar en la sangre (hiperglucemia). Esta hiperglucemia puede dañar los vasos sanguíneos de la retina, el tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo.
El daño provocado por estos niveles elevados de azúcar puede causar que los vasos sanguíneos se hinchen, tengan fugas de líquido o incluso se cierren, lo que obstaculiza el flujo sanguíneo. En ocasiones, esto lleva a que aparezcan vasos sanguíneos nuevos y anormales en la retina. Todos estos cambios pueden conducir a la pérdida de la visión.
Según la Federación Internacional de diabetes (FID), más de 500 millones de personas en todo el mundo han sido diagnosticadas con Diabetes Mellitus (DM). La DM puede tener procesos asociados como la retinopatía diabética, la neuropatía y la nefropatía diabética. Estas complicaciones no solo limitan la calidad de vida, sino que también generan un considerable costo sociosanitario. Se calcula que en 2045 aumentarán los casos de diabetes en todo el mundo hasta alcanzar el 12.2%. Esto supondrá un elevado gasto en salud.
Se estima que más del 80% de los casos de ceguera asociada a la retinopatía diabética podrían evitarse con el control y tratamiento adecuados. Por tanto, la implementación de programas de detección temprana y seguimiento se considera crucial para reducir el riesgo de discapacidad visual y ceguera en las personas con diabetes.
En España, la retinopatía diabética representa aproximadamente el 15% de los casos, según una revisión reciente. Sin embargo, la prevalencia de esta afección varía significativamente entre los países, oscilando entre el 10% en Noruega y el 61% en África del Sur en personas con DM. En términos globales, se estima que alrededor del 34,6% de las personas con diabetes presentan algún tipo de retinopatía. De estos, un 6.96% de los casos son de retinopatía diabética proliferativa y un 10.2% tienen afectación visual significativa.
Estos datos resaltan la importancia de realizar un seguimiento oftalmológico regular en pacientes con diabetes, ya que la detección temprana y el tratamiento adecuado pueden prevenir complicaciones graves que afecten la visión.
Los cambios que se producen en la retinopatía diabética dan lugar a lesiones visibles en el fondo del ojo, clasificando la retinopatía diabética en dos grandes grupos: no proliferativa (con aumento de la permeabilidad vascular) y proliferativa (con predominio de fenómenos vasculares obstructivos).
La retinopatía diabética no proliferativa es la primera fase de la enfermedad ocular diabética.
Durante esta etapa, pequeños vasos sanguíneos de la retina pueden presentar pérdidas u hemorragias, provocando hinchazón retiniana. Si esta hinchazón afecta a la mácula (la parte central de la retina), se llama edema macular. El edema macular es la principal causa de pérdida de visión en personas con diabetes.
Además, estos vasos sanguíneos pueden bloquearse, lo que se conoce como isquemia macular. Cuando esto sucede, la sangre tiene dificultades para llegar a la mácula. En algunos casos, se pueden formar pequeñas partículas en la retina, denominadas exudados, que también pueden afectar la visión. Si se experimenta retinopatía diabética no proliferativa, la visión puede volverse borrosa.
Cuando la retinopatía diabética no proliferativa se agrava, puede conducir a la retinopatía diabética proliferativa. Es la etapa más avanzada de la enfermedad ocular diabética. Se presenta cuando la retina comienza a generar nuevos vasos sanguíneos, un proceso conocido como neovascularización.
Estos nuevos vasos sanguíneos son frágiles y tienden a sangrar hacia el vítreo, la sustancia gelatinosa que llena el interior del ojo. En casos leves, esto puede provocar la percepción de pequeñas manchas oscuras móviles (moscas volantes). Sin embargo, si el sangrado es intenso, puede bloquear completamente la visión.
Estos vasos sanguíneos nuevos también pueden desarrollar cicatrices que, a su vez, pueden causar problemas en la mácula o incluso llevar a un desprendimiento de retina. La retinopatía diabética proliferativa es grave y puede ocasionar la pérdida tanto de la visión central como de la periférica.
En resumen, la retinopatía diabética no proliferativa es la etapa temprana, marcada por hinchazón retiniana y pérdida de vasos sanguíneos pequeños. Por otro lado, la retinopatía diabética proliferativa representa una fase más avanzada con la formación de nuevos vasos sanguíneos frágiles que pueden conducir a complicaciones graves en la visión.
Para prevenir que la retinopatía diabética cause ceguera, deben hacerse revisiones periódicas del ojo. El objetivo es poder tratar las diferentes etapas a tiempo, evitando complicaciones. Para conseguirlo, es necesario que haya homogeneización tanto en la clasificación como en el tratamiento.
Es por ello, que han aparecido varias clasificaciones. Inicialmente, surgió la conocida como la ETDRS que ha sido la referente. Este nombre viene por sus siglas en inglés de Estudio de Tratamiento Temprano de la Retinopatía Diabética (Early Treatment Diabetic Retinopaty Study).
Sin embargo, se ha considerado compleja. Este motivo ha conducido a desarrollar otras clasificaciones modificadas basándose en la ETDRS. Con ello, a día de hoy se utiliza la Escala Clínica Internacional de Gravedad de la Enfermedad de Retinopatía Diabética (International Clinical Diabetic Retinopathy Disease Severity Scale). Consta de 5 categorías según los resultados observados en la retinografía, técnica fotográfica que toma una imagen de la retina. Es una clasificación que es considerada fácil de usar y recordar.
El hecho de poder tener una clasificación permite determinar la gravedad de las lesiones según criterios específicos. De esta forma, se puede prevenir etapas más avanzadas de la RD y evitar la pérdida de la visión.
La retinopatía diabética es una enfermedad ocular que, en sus etapas iniciales, a menudo no presenta manifestaciones evidentes. Sin embargo, a medida que avanza, pueden aparecer algunos síntomas.
Estos pueden incluir:
Es importante tener en cuenta que, en muchas ocasiones, la retinopatía diabética puede ser asintomática en sus fases iniciales. Por ello, las revisiones oculares periódicas son fundamentales para detectarla a tiempo y recibir el tratamiento adecuado para evitar complicaciones visuales graves.
Si tienes diabetes, es crucial realizar exámenes oftalmológicos regulares, incluso si no presentas ningún síntoma visual, para detectar posibles problemas en etapas tempranas.
El diagnóstico de la RD generalmente se lleva a cabo mediante un examen oftalmológico completo.
Aquí te detallamos los pasos comunes de este proceso:
El diagnóstico de la retinopatía diabética se basa en la presencia de signos específicos en la retina. Es fundamental realizar exámenes oftalmológicos periódicos para detectar cualquier cambio en la salud ocular.
De esta forma se podrán tomar medidas preventivas o de tratamiento, según sea necesario, para preservar la visión.
El tratamiento de la retinopatía diabética está dirigido a prevenir la pérdida visual, siendo fundamental identificar y tratar la enfermedad en etapas tempranas.
Existen varios tratamientos para la retinopatía diabética, que se seleccionan según la gravedad y el tipo de la condición. Algunos de los tratamientos comunes incluyen:
Mantener niveles adecuados de glucosa en sangre y controlar la presión arterial puede ayudar a prevenir o retrasar la progresión de la retinopatía diabética.
Consiste en la inyección de medicamentos, como anti-VEGF (anti factor de crecimiento endotelial vascular, como aflibercept, ranibizumab o bevacizumab) o corticosteroides. Se administran directamente en el ojo para reducir la hinchazón y prevenir el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos en la retina.
Se utiliza un láser para sellar o destruir los vasos sanguíneos anormales que están sangrando o filtrando líquido en la retina. Este procedimiento puede ayudar a detener la progresión de la retinopatía diabética si se inicia en etapas tempranas.
Si el tratamiento con láser se realiza en el momento adecuado, se ha visto que los pacientes con retinopatía diabética proliferativa pueden reducir su riesgo de ceguera a los 5 años en un 90%. Por otro lado, los pacientes con edema macular diabético pueden disminuir su riesgo de pérdida de agudeza visual en un 50%.
En casos avanzados de retinopatía diabética proliferativa, donde hay sangrado o cicatrización que afecta la visión, se puede realizar una vitrectomía. Esta cirugía implica la eliminación del vítreo (líquido gelatinoso) del centro del ojo y se reemplaza para una solución salina.
Como ya hemos visto, la retinopatía diabética es una complicación ocular grave que puede afectar significativamente la calidad de vida de las personas con diabetes. Sin embargo, la buena noticia es que muchos de los riesgos asociados con esta afección pueden reducirse o prevenirse con un enfoque proactivo en el cuidado de la salud ocular y el control meticuloso de la diabetes.
Estas son algunas de las medidas preventivas para reducir el riesgo de desarrollar retinopatía diabética:
El control preciso de los niveles de glucosa en sangre es el pilar fundamental para prevenir la retinopatía diabética. Mantener una alimentación saludable y equilibrada, hacer ejercicio regularmente y seguir el plan de tratamiento recomendado por el médico son pasos esenciales para mantener estables los niveles de azúcar en sangre.
Este control ayuda a reducir el estrés en los vasos sanguíneos de la retina, disminuyendo así el riesgo de daño ocular. Con la prueba de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) puedes tener una idea del nivel de glucosa en sangre en los 2 o 3 meses anteriores.
Para mantener controlados los niveles de azúcar en sangre, los tratamientos pueden variar. Tu médico podría recetarte medicación oral, insulina inyectable u ofrecerte opciones avanzadas de administración de insulina sin aguja, como el dispositivo InsuJet. Este innovador sistema ayuda a administrar la insulina de manera práctica y sin dolor, facilitando el control de la glucosa en la sangre.
Las revisiones oftalmológicas regulares son cruciales para detectar cualquier signo temprano de retinopatía diabética. Estas evaluaciones permiten al especialista monitorizar la salud de la retina y tomar medidas preventivas antes de que la enfermedad avance. La detección temprana es fundamental; a menudo, permite la implementación de tratamientos más efectivos y ayuda a evitar complicaciones graves.
Las evidencias apoyan realizar un cribado periódico de la salud visual en pacientes con DM. Las recomendaciones son realizar una revisión oftalmológica de forma anual en aquellos pacientes que no tengan la diabetes controlada (HbA1c > 8 %). Por otro lado, cuando no se han observado lesiones previas de retinopatía diabética y la diabetes está controlada, la revisión podría aplazarse de forma bianual. Asimismo, es importante tener en cuenta que la frecuencia de cribado debe individualizarse y adaptarse a la situación clínica de cada paciente.
Además del control estricto del azúcar en sangre, es vital mantener bajo control otros factores de riesgo cardiovascular. Algunos de estos factores son la presión arterial (valores aconsejados alrededor de 140/80 mmHg) y los niveles de colesterol.
El manejo integral de la diabetes y la adopción de un estilo de vida saludable que incluya no fumar, mantener un peso adecuado y hacer ejercicio regularmente, son estrategias complementarias que pueden contribuir significativamente a la prevención de la retinopatía diabética.
La retinopatía diabética es una preocupación seria para quienes tienen diabetes. Para evitar problemas graves en la vista, es esencial realizar chequeos regulares con el oftalmólogo y cuidar bien la diabetes.
Por eso, controlar los niveles de azúcar en sangre, hacer exámenes oftalmológicos y llevar un estilo de vida saludable ayudan a reducir el riesgo de esta condición.
La detección y el tratamiento temprano son clave para evitar problemas graves en los ojos. Además, para proteger la vista de las personas con diabetes, es importante centrarse en la educación sobre los posibles síntomas y riesgos, además de trabajar en equipo con médicos.
Recuerda, si tienes diabetes es fundamental comprometerse con la prevención y entender la importancia de cuidar los ojos. De esta forma, se podrá mejorar la calidad de vida de quienes sufren esta condición ocular relacionada con la diabetes.
¡Con esfuerzo constante en prevención y manejo de la diabetes, se puede proteger la visión y vivir mejor!
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